AUTOEXIGENCIA, PERFECCIONISMO Y AUTOESTIMA: El Balance es la Clave

Quienes experimentan el perfeccionismo suelen sentir una presión constante por alcanzar estándares inalcanzables, generando altos niveles de estrés, ansiedad, autoexigencia y autocrítica. ¿Cómo salir de la trampa?

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2/9/202413 min leer

AUTOEXIGENCIA-PERFECCIONISMO-MUJER-DESARROLLO-PERSONAL-AUTOCONOCMIENTO
AUTOEXIGENCIA-PERFECCIONISMO-MUJER-DESARROLLO-PERSONAL-AUTOCONOCMIENTO

Hola!

¿Te reconoces como una persona que se exige demasiado a sí misma? ¿Te machacas por no lograr todos tus objetivos o por no estar siendo todo lo productiva que podrías y deberías? ¿Crees que podrías estar haciendo las cosas de una mejor manera?

Si has respondido que sí, puede que tus niveles de autoexigencia y perfeccionismo no sean saludables y que, en definitiva, te estén llevando justo en la dirección opuesta de lo que planeas.

Para poder explicártelo en detalle voy a comenzar por determinar cuándo estas siendo autoexigente “en el buen sentido” y cuando digamos, te “estas pasando de la raya”. Y sí, existen niveles de perfeccionismo contraproducente, y mucho. Quizá ese sea tu caso.

  • ¿QUÉ ES LA AUTOEXIGENCIA?

La autoexigencia es un rasgo común a todo ser humano, así que de eso no te vas a escapar ¡y que bien que así sea! Gracias a que te exiges a ti misma, tienes la capacidad de establecer metas más elevadas y superarte en la vida.

Sin dudas, la autoexigencia tiene muchas connotaciones positivas. Se trata de un comportamiento adaptativo y funcional cuando responde a nuestras capacidades, conocimientos y se ajusta a nuestras circunstancias.

Pero cuando esto no ocurre y llegas a niveles muy elevados de autoexigencia puedes alcanzar un perfeccionismo disfuncional, que incluso puede llegar a comprometer tu salud física y emocional.

¿A qué me refiero con perfeccionismo disfuncional?

Se trata de ese nivel de perfeccionismo que no toma en cuenta tus capacidades, límites e incluso deseos (sí, deseos) y que puede llevarte a sufrir estrés emocional —incluyendo estados depresivos—; e incluso padecimientos físicos, como cansancio crónico, problemas estomacales, migrañas, etc.

Sigue leyendo porque en este post te revelo todo esto y también qué puedes hacer para bajar tus niveles de autoexigencia.

  • ¿DE DÓNDE VIENE TU AUTOEXIGENCIA?

No eres una persona exigente por casualidad. Usualmente viene del entorno en el que has crecido. Muchas veces los padres ponen demasiada presión sobre sus hijos, estableciendo obligaciones desproporcionadas a sus capacidades. Lamentablemente, muchos padres en el afán de tener hijos “perfectos”, propician adultos infelices.

Otro factor determinante en la actualidad son las redes sociales, que muestran ‘vidas perfectas’ pero ficticias, y aunque muchas veces somos conscientes de que se trata de falsa apariencia, no por ello somos inmunes y en forma más o menos consciente termina por exacerbar nuestro sentido de autoexigencia.

El rol de la mujer viene acompañado de muchas presiones y exigencias. Por eso las mujeres estamos especialmente expuestas al perfeccionismo disfuncional, ya que desde la sociedad patriarcal se nos exige que podamos con todo, que no nos quejemos –para no ser histéricas-; y que encima nos veamos guapas. ¡Ah, y que nuestra casa esté ordenada!

  • PERFECCIONISMO REALISTA VS PERFECCIONISMO IRREAL

Es fácil darse cuenta de que ser perfectas y tener resultados perfectos en todo ¡ES IMPOSIBLE! ¡¡LA PERFECCIÓN NO EXISTE!! ¿Cierto?

Bueno.....

Quizá decirlo –y leerlo- suena lógico, pero la verdad es que en nuestro día a día, muchas veces tenemos un afán de un perfeccionismo alejado de la realidad y que nos genera frustración y peor aún, culpa y reproche por no ser capaz de lograrlo. ¿Te suena?

A veces el perfeccionismo puede ser querer hacerlo todo perfecto, pero otras veces puede significar tener muchas metas y cosas que hacer, pero tiempo, capacidades o conocimientos insuficientes para lograrlo.

Y es que, aunque cueste reconocerlo NO SIEMPRE QUERER ES PODER. What?? Pero si las redes sociales están plagadas de mensajes que nos alientan a desarrollar nuestro máximo potencial y nos dicen que una vez que lo hagamos, seremos capaces de lograr todo lo que nos propongamos.

¡Alto! Porque esta aseveración hay que desglosarla.

Ante la primera parte, la de desarrollar nuestro máximo potencial, no hay mucho que discutir. Sin dudas, cada cual trae consigo capacidades, habilidades, dones e intereses que merecen ser explorados y desarrollados. Comparto que allí está la clave de la satisfacción y en gran medida, también de la felicidad.

Sin embargo, afirmar tan rotundamente que una vez alcanzado ese potencial seremos capaces de lograr TODO lo que nos planteemos, merece una reflexión más profunda, ya que podría implicar gran sufrimiento emocional el no ser capaces de conseguir algunos, o muchos de esos objetivos.

Créeme que lo que te estoy compartiendo ha surgido de gran reflexión, ya que en el pasado yo creía que podía con todo y lograría cada cosa que mi mente se propusiera con la intensidad suficiente.

Sin embargo, el tiempo y la experiencia me han demostrado que hay cosas que no puedo y que es más saludable plantearme objetivos realistas.

Pero cuidado, con esto no quiero decir que debas marcarte metas bajas o mediocres. ¡No! Realista de ninguna manera significa mediocre. Significa que, sin dejar de ser exigente, traces objetivos que sean alcanzables para ti.

Te doy un ejemplo. Hace algunos meses, me marqué el objetivo de escribir tres artículos como éste para mi blog por semana. Y aunque inicié a ese ritmo, no fui capaz de mantenerlo. Los motivos fueron de orden familiar y de tiempo, pues si escribía tanto quitaba horas de estar con mis hijos después de la escuela y eso no lo deseaba hacer.

Por otro lado, podría haber cambiado mi estilo y comenzar a escribir artículos más cortos o que no aportaran tanto valor a las lectoras, pero eso tampoco era negociable. Así que la solución fue bajar la autoexigencia y comenzar a generar solo un post a la semana –¡pero uno bueno!-.

Como puedes ver, lo que hice fue ajustar mi autoexigencia a mis posibilidades, en otras palabras, propicié una AUTOEXIGENCIA REALISTA.

¿Puedes ver cómo este tipo de situaciones inciden en tu propia vida? Mi ejemplo es bastante simple, pero es la pista que te sirve para detectar aquellas situaciones en las que tú te estas autoexigiendo de forma irreal.

En definitiva, tu nivel de autoexigencia y perfeccionismo dependen de ti. Aunque claro, de nuevo es más fácil de decir que de hacer. Pero tranquila, te tengo más ayuda, sigue leyendo.

  • ¿QUÉ SE ESCONDE DETRÁS DE LA AUTOEXIGENCIA Y EL PERFECCIONISMO?

El perfeccionismo irreal o extremo es una trampa. Como te decía antes, el constante afán por lograr el mejor resultado posible conduce, contrariamente a lo que pueda pensarse, a un estado de insatisfacción perpetuo. Todo es perfectible, por lo tanto, una vez que el perfeccionista alcance un resultado, automáticamente anhelará otro más elevado.

Sin embargo, habrá un límite, ya que existen momentos en que aquello que se desea no sale perfecto o tan siquiera sale bien. En este punto, una persona autoexigente o perfeccionista se hablará a sí misma desde el reproche, e incluso con desprecio.

Y será muy posible que, en vez de detectar que ha llegado al límite de sus posibilidades, o que quizá esta desconociendo sus valores o deseos reales, lo que hará será creer que es una haragana o una incompetente. ¿Y qué vendrá entonces? Así es, ¡la culpa!

¿Y luego de la culpa? ¡Exacto! Problemas de autoestima o incluso, comportamientos y pensamientos obsesivo-compulsivos. A su vez, todo esto es fermento para la procrastinación, pues las expectativas elevadas sumadas a los sentimientos de incapacidad y angustia generan bloqueos y dilaciones. ¿Ves cómo se transforma en un círculo vicioso?

Y si no se han prendido tus focos rojos aun, ésto seguro lo hará. Un estudio de la Universidad de Stanford encontró que las mujeres perfeccionistas suelen tener una autoestima menor que las que no lo son! Esto se debe a que el perfeccionismo puede generar una sensación de nunca ser lo suficientemente buena, lo que afecta la percepción de uno misma.

  • ¿COMO SÉ SI SOY PERFECCIONISTA Y EN QUÉ NIVEL ME ENCUENTRO?

Quizá ya te has identificado como altamente exigente, pero puede que aun tengas dudas –o lo estés negando-.

La primero que debes hacer es una Autoevaluación Emocional. Para ello observa cómo te sientes emocionalmente en tu día a día. Si constantemente te notas estresada, frustrada o insatisfecha con tus logros, puede ser un indicio de que estás siendo demasiado autoexigente y te permitirá trabajar en encontrar un equilibrio más saludable en tu relación contigo misma.

Ahora te voy a dejar una lista de características comunes a las personas altamente autoexigentes para que te sirva de referencia.

Lo más importante es que seas reflexiva y sincera contigo misma. Recuerda que el desarrollo personal inicia en el autoconocimiento.

  • Perfeccionismo extremo: ¿Tiendes a buscar la perfección en todo lo que haces y te resulta difícil aceptar errores o imperfecciones? Esto se aplica tanto hacia ti misma como hacia los demás.

  • Inseguridad ante la posibilidad de fracasar: ¿Tiendes a controlar todo con minuciosidad? Una característica típica de las personas altamente exigentes es no dejar cabos sueltos y poner el listón muy alto como una estrategia para reducir fallos y la frustración asociada al fracaso –claro que de esta parte suelen no ser tan conscientes-.

  • Visión negativa y catastrófica de la vida: ¿Sueles imaginarte los escenarios más adversos posibles y planificar en consecuencia? Aunque estos nunca ocurran, no puedes dejarlos de considerar en tu planeación.

  • Autocrítica excesiva: ¿Te criticas muy duramente y te resulta difícil reconocer tus logros y cualidades? Puede que incluso desmerezcas lo que haces bien afirmando que podrían haberlo hecho mejor.

  • Comparaciones constantes: ¿Te comparas frecuentemente con los demás y sientes que nunca estás a la altura? Especialmente, nota si te frustra o angustia ver “vidas perfectas” en las redes sociales.

  • Síntomas emocionales y/o físicos: Esto es MUY IMPORTANTE. Presta atención a los síntomas emocionales y físicos que puedas experimentar. A nivel emocional, angustia, apatía, estrés, ansiedad o incluso depresión. A nivel físico dolores de cabeza, problemas de sueño o malestar estomacal, entre otros.

  • Feedback Externo: Pide retroalimentación a personas de confianza sobre su percepción acerca de tu nivel de autoexigencia. A veces, los demás pueden percibir aspectos que tú no ves.

Si te reconoces como una persona autoexigente extrema, toca tomar acción para lograr un equilibro que redunde en un beneficio para ti y quienes te rodean. ¡Vamos a eso!

  • ¿CÓMO GESTIONO MI AUTOEXIGENCIA Y PERFECCIONISMO?

Estarás de acuerdo en que es hora de empezar a poner en práctica una visión más realista, comprensiva y menos exigente de ti misma.

Para ello es fundamental que te hagas consciente de la actitud rígida y del discurso cargado de expresiones del tipo "tengo que" o "debo hacer". Esto te permitirá adoptar posiciones más adaptativas y flexibles frente a situaciones y que te ajustes a los recursos con los que cuentas.

También debes aceptar que los imprevistos y los cambios son muchas veces inevitables, y que no tendrás otra opción más que adaptarte, redirigir tus planes e incluso, ajustar las expectativas en cuanto a resultados. ¿Y sabes qué? no por ello se acaba el mundo!

En general, una actitud más flexible y adaptativa te permitirá acceder a una gama más amplia de oportunidades de crecimiento. Por ende, disponer de un diálogo interno positivo y comprensivo te ayudará a hacer frente al estrés. El mindfulness, la respiración consciente, la relajación y la meditación pueden ayudar, al igual que lo hace el ejercicio físico, y el pasar tiempo de calidad con familiares y amigos.

Otro gran consejo es que te permitas revisar los objetivos que te has marcado y los ajustes a una visión más realista, si ahora te das cuenta de que son exigentes en exceso. Y repito lo que dije antes, no se trata de marcarte metas mediocres, sino realistas y adaptadas a tus condicionantes y deseos.

Un ejercicio útil es definir cuáles son las facetas más importantes de tu vida, como el matrimonio, la maternidad, la familia extendida, amistades, trabajo, salud, estado físico, economía, ocio, etc.

Una vez las tengas, ponles un puntaje a cada una dependiendo de cómo sientes que se encuentran en el grado de realización y satisfacción que te aportan actualmente. El 1 es deficiente y el 10 excelente. Intenta ser lo más honesta posible y no te frustres con el resultado, recuerda que no puedes ser 10 en todo -a veces ni 5-.

Ahora elije una o dos áreas, no más, que identificas como prioritarias o que sientes que merecen mayor atención para mejorar.

Según lo que sabes que debe mejorarse en esa área o áreas elegidas, márcate OBJETIVOS REALISTAS, que respondan a tus posibilidades y sobre todo a TUS DESEOS.

Te sugiero que hagas esta evaluación de áreas en forma periódica, por ejemplo, cada 4 o 6 meses. Y que vayas recalificando y ajustando los objetivos de forma que el nivel de satisfacción vaya en aumento.

Una vez que alcances un grado de bienestar en el que te sientas a gusto, puedes pasar a otra área que merezca atención, y recuerda enfocarte en un cantidad realista y alcanzable de áreas de mejora a la vez.

¿Ves cómo de esta forma aun sigues respetando tu perfeccionismo, pero ajustándolo para que sea adaptativo y con un nivel de exigencia sana? Espero que la respuesta sea afirmativa.

Ok, ahora te comparto algunas preguntas que te van a ayudar a definir objetivos realistas y con una cuota de autoexigencia adecuada.

  • ¿Ésto que trato de cumplir realmente responde a un deseo y se ajusta a lo que soy capaz de lograr teniendo en cuenta los recursos con los que cuento?

  • ¿Me he planteado este objetivo por y para mí misma, o intento cumplir las expectativas o mandatos de alguien más? -cuidado con la exigencia impuesta de afuera-.

  • ¿Lograr ésto , realmente me hará feliz? ¿Me sentiré satisfecha, aunque el resultado no sea exactamente el que imagino ahora? -redefine el fracaso como oportunidades para aprender y mejorar-.

  • ¿La meta que me marqué es realista o producto de la filosofía del "puedes lograr cualquier cosa que te propongas" -aun sin considerar mis posibilidades-?

Un consejo final, pero no menos importante es practicar la AUTOCOMPASIÓN. Se compasiva contigo misma, trátate con amabilidad, con bondad, como si fueses tu mejor amiga. En lugar de enfocarte en tus imperfecciones, tómate un momento para reconocer tus logros y celebrar tus éxitos, por pequeños que sean. Esto te ayudará a construir una imagen más positiva de ti misma.

Créeme, aunque pienses que tratarte con compasión hará que “te conformes y no rindas”, ocurrirá todo lo contrario. Si trabajas desde la autocompasión, tu autoexigencia y perfeccionismo se regularán, alcanzando un mayor balance y grado de satisfacción.

  • ¿QUÉ PASA CUANDO LA EXIGENCIA VIENE DE AFUERA?

Muchas veces sucede que la exigencia no viene autoimpuesta, sino del entorno en el que nos encontramos. Esto es habitual en familias y trabajos.

En cuanto a las familias, ya lo mencionaba antes, no es poco frecuente que los padres entreguen una 'mochila de obligaciones' a sus hijos, muchas veces sin siquiera a detenerse a pensar si a su hijo siquiera le gusta lo que se ve obligado a hacer. Y aunque en la mayoría de los casos es una exigencia “bienintencionada”, acaban por dañar mucho a los niños, gestando adultos mal regulados e infelices.

No me extenderé sobre esto en este post ya que excede la temática que aborda. Sin embargo, te hablaré de otro tipo de exigencia externa que te puede estar afectando ahora.

  • ¿CÓMO REGULAR LA EXIGENCIA EN EL AMBIENTE LABORAL?

En este apartado quiero hablarte de cómo gestionar la exigencia impuesta en tu trabajo, ya que es algo que suele afectar a muchas mujeres y aunque es un tema complejo, existen muchas cosas que puedes hacer para regularlo.

Para establecer límites saludables en tus relaciones laborales, considera las siguientes estrategias, lo que te permitirá mantener un equilibrio entre tu vida laboral y personal, así como reducir el estrés y la sobrecarga laboral.

  • Comunicación clara: Expresa tus necesidades y expectativas de manera clara y respetuosa. Comunica tus límites de tiempo, carga de trabajo y disponibilidad de forma asertiva. Si eres buena en lo que haces, esto no debería suponer un riesgo para tu puesto.

  • Delegación: Si es posible, delega tareas cuando te sientas abrumada. Aprende a confiar en tus colegas y a distribuir la carga de trabajo de manera equitativa. Ellos tambien pueden hacerlo con una cuota de perfección adecuada.

  • Prioriza tus tiempos de descanso: Establece límites claros en cuanto a tu tiempo de descanso y desconexión. Respeta tus horas de almuerzo, tus días libres y tus vacaciones para recargar energías. No lleves trabajo a casa. Esto redundará en un trabajo más eficiente.

  • Aprender a decir no: Aprende a decir no de manera asertiva cuando sientas que se te asigna más trabajo del que puedes manejar. Es importante saber cuándo es necesario rechazar una tarea adicional.

  • Autoconocimiento: Conoce tus límites personales y reconoce cuándo estás llegando a un punto de agotamiento. Aprende a identificar las señales de estrés y sobrecarga.

  • Negociación: Si te encuentras en una situación laboral que constantemente excede tus límites, considera negociar con tu empleador o supervisor para encontrar un equilibrio más saludable.

  • Si nada funciona: Considera cambiar de ambiente laboral si las estrategias que aplicas no funcionan. A veces simplemente estamos en lugares donde no nos sentimos a gusto. Algunas veces un mal jefe o compañeros de trabajo tóxicos son sencillamente intolerables. No debes demostrarle nada a nadie -ni siquiera a ti misma-, aguantando en un sitio cuando podrías moverte a donde estés más a gusto.

  • RESUMEN:

El perfeccionismo es una tendencia a establecer estándares altos, a autoexigirse y a buscar la perfección en todas las áreas de la vida. Se manifiesta en la constante búsqueda de la excelencia y en la dificultad para aceptar errores o imperfecciones, tanto en una misma como en los demás.

Es importante distinguir entre el perfeccionismo adaptativo y el perfeccionismo perjudicial. Mientras que el perfeccionismo adaptativo implica la búsqueda de la excelencia de manera realista y flexible, el perfeccionismo perjudicial o extremo conlleva una exigencia irracional, inflexible y desproporcionada, lo que puede afectar negativamente la salud mental y emocional.

Si eres perfeccionista extrema sueles sentir una presión constante por alcanzar estándares inalcanzables, lo que puede generar altos niveles de estrés, ansiedad, autoexigencia y autocrítica.

El perfeccionismo puede tener impactos significativos en la autoestima, el bienestar emocional, las relaciones interpersonales e incluso en la salud física. Por lo tanto, es importante reconocer y abordar el perfeccionismo de manera equilibrada para promover un balance entre la búsqueda de la excelencia y el cuidado personal.

No tengas miedo de pedir ayuda o buscar apoyo cuando lo necesites. Habla con amigos, familiares o acude a un profesional que pueda entenderte y orientarte. Puedes contactarte conmigo si lo deseas, usando los botones de Email y WhatsApp al pie de esta página.

Recuerda, el perfeccionismo no define quién eres como persona. Aprende a aceptarte y amarte a ti misma tal como eres, con todas tus fortalezas y debilidades. ¡Eres única y valiosa!

¡Nos leemos en el siguiente post!

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